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La Economía del Conocimiento y la Innovación

Updated: Nov 6



Escrito por Ricardo Pupkin C., director ejecutivo SIT Chile-México.


En nuestro último Panel de Innovando con #SIT en Radio La Clave, abordamos un tema esencial para el desarrollo y la competitividad en el entorno global actual: “La Economía del Conocimiento y la Innovación”. Este enfoque no solo redefine nuestra comprensión del crecimiento económico, sino que también abre nuevas oportunidades estratégicas para nuestras empresas.


En los últimos diez años, la productividad en Chile se ha mantenido estancada, posicionándose como una de las más bajas entre los países de la OCDE. Mejorar esta productividad es fundamental para el desarrollo económico del país y, por ende, para el bienestar de toda la sociedad. Existe un consenso generalizado sobre esta necesidad, independientemente del color político. Sin embargo, la verdadera interrogante es el “cómo” lograr este objetivo.


Es evidente que las fórmulas del pasado ya no serán efectivas; debemos cambiar nuestro mindset sobre cómo valoramos y aprovechamos nuestros activos. Les invito a considerar ejemplos de economías que han logrado transformaciones exitosas, como Corea del Sur o Israel. Estas naciones, originalmente orientadas a la producción y exportación de recursos naturales, en un punto crucial tomaron la decisión estratégica de evolucionar hacia una “economía del conocimiento”.


Analicemos el caso de Israel, un país con una población de poco más de 9 millones de habitantes, conocido en sus primeros años por la exportación de cítricos y naranjas. En un contexto de limitaciones y escasez de agua, no tuvieron más opción que innovar en la gestión de sus recursos. Así surgieron tecnologías avanzadas de riego por goteo y otras soluciones de gestión hídrica, las cuales no solo atendieron sus necesidades internas, sino que también se convirtieron en importantes líneas de exportación. Este espíritu innovador se extendió a cientos de startups y empresas que, en colaboración con por ejemplo con universidades y centros de I+D, desarrollaron productos y servicios pioneros, como por ejemplo los conocidos y ricos tomates Cherry. Este modelo de innovación no solo se limitó al sector agro-tecnológico, sino que está presente en múltiples industrias.


Por su parte, me gustaría relevar dos fenómenos que se ven muy presentes aquí en algunos países de Latinoamérica. Por un lado, tenemos una tendencia a ver el potencial de nuestra economía en base a los recursos naturales. En Chile por ejemplo, es histórica nuestra dependencia al sector de la minería. En su momento fue el salitre, luego el cobre y otros minerales, y ahora todas las miradas están en el litio.


Por el otro lado también casi como un mantra, cuando hablamos de innovación, ponemos casi como una condición de que “debe ser centrada en las personas”. Lo han escuchado, ¿cierto?


Me gustaría invitarlos a dar un giro y buscar un enfoque más funcional a lo que estamos analizando. ¿Por qué no adoptar de manera sistemática un nuevo enfoque, uno en el que “como personas nos centremos en la innovación”?. Y por supuesto, para así como consecuencia, ¿centrarnos en el legítimo bienestar de las personas?.


Les propongo mirar más a fondo nuestros recursos naturales y tomar conciencia de un tipo de “yacimiento” (si, metafóricamente así como los de minería), que lo tenemos disponible todos los días y sobre el cual creo que aún no hemos hecho el cambio de enfoque para valorizarlo realmente: me refiero a la “creatividad de las personas que componen nuestros equipos de trabajo y organizaciones”.


De acuerdo al último censo, en Chile somos aproximadamente 19 millones de habitantes, con un poco más del 50% componiendo la fuerza laboral. Desde el punto de vista de la producción del PIB, podemos decir que tenemos un recurso natural de casi 10 millones de personas que aplicando metodologías para desbloquear la creatividad pueden sumarse a esta economía del conocimiento. O como nos gusta decir en SIT, a “pensar y actuar de manera diferente para cumplir con sus objetivos”. A esto le llamamos innovar, y tiene especial valor cuando lo practicamos en lo que cada uno hace en su día a día.


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